ORAR CON LA CRUZ DE LAMPEDUSA

MOTIVACIÓN: ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LA CRUZ DE LAMPEDUSA

 

Para conocer el origen de la Cruz de Lampedusa, debemos remontarnos al verano del 2013. La noticia fue terrible, pues, una barcaza cargada con refugiados se incendió frente a la costa de Lampedusa (Italia). La barca zozobró y se ahogaron 349 personas. Lamentable. Días después, el 8 de julio, el Papa Francisco se desplazó a Lampedusa en su primer viaje fuera de Roma. Ahí empieza la historia de la Cruz de Lampedusa. En abril de 2014 la fundación italiana Casa del Espíritu y de las Artes presentó al Papa una cruz hecha con tablas de pateras naufragadas en el Mediterráneo. Francisco la bendijo y les encargó: «Llevadla a todas partes». En la intención del Para Francisco está que nadie sea indiferente a esta realidad.

 

Como sabemos esta zona del Mediterráneo simboliza desde entonces la realidad de la migración forzosa y, en su visita, el Papa gritó al mundo la palabra «vergüenza» para intentar despertar la conciencia de Europa. Desde entonces, los fallecidos y desaparecidos en el Mediterráneo superan los 15.000, convirtiéndolo en el mayor cementerio de migrantes del mundo, el Papa habla de «un nuevo holocausto».

Desde entonces recorre el mundo como signo de fraternidad y acogida entre todos. A su paso por las iglesias, cárceles, hospitales, colegios... Recoge, no solo el drama de los migrantes, sino que también se hace portadora de todo el sufrimiento de los hombres y mujeres de hoy que viven en las periferias geográficas y existenciales. ¡Cuántos sueños de niños, jóvenes y adultos, se han perdido y han quedado enterrados en el fondo del Mediterráneo! Por eso que nuestra oración de hoy, nos debe llevar a encontrarnos con nuestros hermanos migrantes. No olvidemos que en nuestra Diócesis, la presencia de personas migrantes es notoria.

Graziella Cuccu, embajadora de la Fundación italiana, en el mundo afirma: «Quien se encuentra con ella, no puede quedar indiferente. Rezar ante ella es percibir la fuerza que esas tablas tan pobres contienen, fuerza que nace de su trayecto en el mar, tristemente fracasado, hasta la lucha que ha ido recogiendo en su itinerario por tantos países, recogiendo en sí todo el dolor del mundo. Venerarla significa dejar que te coja el corazón».

A nosotros nos corresponde, hoy ante la cruz, orar al Dios de Jesús, pidiéndole que cambie nuestros corazones para que no caigamos en la indiferencia ante el dolor de nuestros hermanos más vulnerables. Su presencia entre nosotros nos da la oportunidad para sensibilizar a la sociedad sobre el drama migratorio, para pasar a la acción. El Papa Francisco, emplea cuatro verbos que no debemos olvidar: Acoger, proteger, promover e integrar” a las personas migrantes. Por consiguiente, todos podemos hacer algo, cada uno desde su propia realidad puede mantener una actitud acogedora con los migrantes que están entre nosotros, facilitar su integración en nuestros ambientes, defender sus derechos  y ayudarles en su propia promoción. Si no hacemos nada, Dios Padre y Madre, nos interpelará: “Fui migrante y no me acogisteis”.