EL TEMPLO

 

Se construye en la parte alta de la ciudad y su fábrica está documentada desde 1486, coincidiendo con la etapa de apogeo constructivo que fomentan los Duques de Medinaceli, señores jurisdiccionales de la villa y promotores de esta obra.

 

Construcción

 

Como la mayoría de los edificios de la zona y la propia catedral de Sevilla, la iglesia está construida con piedra arenisca procedente de las canteras de la Sierra de San Cristóbal, de la que se abastecieron muchas obras portuenses.

 

El primer maestro de obras de la iglesia del que se tienen noticias es Alonso Rodríguez, que trabajaba por entonces en la catedral de Sevilla y en otras iglesias de la diócesis, algunas de ellas en Jerez, y probablemente algo después, en el Monasterio de la Victoria portuense, de financiación ducal (1504).

 

En estos edificios se detectan elementos arquitectónicos similares a los de esta Iglesia Prioral de El Puerto, fundamentalmente en las portadas, con notables influencias sevillanas. En 1493 el edificio se encontraba abierto al culto, aunque tardaría años en concluirse.

 

La iglesia Mayor Prioral cuenta con tres naves cubiertas con bóvedas nervadas -la central de mayor altura y anchura que las laterales- más dos de capillas. Posee amago de crucero y ábside pentagonal. Su primitiva construcción es gótica. De la primera etapa destaca la fachada de los pies, conocida como Puerta del Perdón, sin concluir, y que presenta rasgos estilísticos del gótico tardío, similares a la portada de la iglesia del Monasterio de la Victoria. A partir de finales del siglo XVI se construyen las capillas entre las que podemos destacar la de la Patrona, la Sacramental -reformada en el siglo XVIII-, o la de los Valera o Benavides entre otras.

 

En los comienzos del siglo XVII se fueron produciendo ruinas, desplomándose la nave principal y quedando el resto del edificio en muy malas condiciones ya en 1636. A partir de ese momento se acomete una nueva edificación del templo a cargo de Antón Martín Calafate, que recibió las obras en 1647 y utilizó en su construcción los restos de la iglesia antigua que aún se conservaban, como eran los muros exteriores, el ábside y algunas capillas.

 

Poco después, a partir de 1659, fue el nuevo maestro mayor de la ciudad, Francisco de Guindos, quien se hizo cargo de la obra, inaugurando el templo reconstruido, aunque no definitivamente terminado, en 1671. En esta segunda etapa de la construcción es cuando se levantan las bóvedas de crucería y se abren algunas capillas como la de las Ánimas o la Sacristía Mayor. También a esta época corresponde la apertura de la puerta lateral o del crucero, conocida como la Puerta del Sol, interesante ejemplo de fachada-retablo con elementos decorativos platerescos y barrocos. En una hornacina del cuerpo alto esta portada alberga la imagen de la Patrona, la Virgen de los Milagros, sobre el Castillo de San Marcos, el símbolo del escudo de la ciudad.

 

En el interior del templo, a finales del siglo XVIII se sustituiría el antiguo retablo del altar mayor por un baldaquino monumental de estilo neoclásico, obra del arquitecto Torcuato Benjumeda, de características similares al de la catedral de Cádiz. En el siglo siguiente se colocaron las vidrieras y se hicieron también algunas reformas en capillas.

 

Secciones

 

La Puerta del Perdón (S. XV)

 

Esta era la puerta principal de la Iglesia, que se proyectó con tres naves, ábside pentagonal y construida de estilo gótico tardío, también conocido como gótico flamígero.

 

Al poco tiempo de construirla, la iglesia se vino abajo y hubo que reedificarla pero, aunque se incorporan elementos propios de otros estilos, se sigue manteniendo el carácter gótico, reflejado en el empleo de algunos elementos, como los pináculos, arbotantes, gárgolas, bóvedas nervadas, etc.

 

La Puerta del Sol (S. XVII)

 

En esta nueva época, el maestro de obras fue Antón Martín Calafate, que continuó el proyecto de la construcción manteniendo la planta gótica, con algunas modificaciones. A su muerte, sin poder concluir la obra proyectada, ocupa su puesto Francisco de Guindos (última mitad del siglo XVII) el nuevo maestro de obras que concluye la reedificación de la iglesia.

 

La Puerta del Sol es de primera mitad del siglo XVII. Se trata de la típica fachada retablo barroca y en ella destacan elementos platerescos y barrocos. Entre los platerescos, balaustres, medallones, toda la decoración del intradós, todo el retablo levantado sobre un gran podium; entre los de estilo barroco, columnas estriadas, decoración floral, la parte del remate del ático, los dos óculos, el Dios redentor, etc. Rematan toda la fachada, las figuras de las virtudes: las teologales sobre la puerta (fe, esperanza y caridad) y las cardinales en la fachada (prudencia, justicia, fortaleza y templanza). Desde su construcción esta se convirtió en puerta principal.

 

En ella se observa la representación de la Virgen de los Milagros sobre el Castillo de San Marcos, escudo de la Ciudad.

 

Interior

 

Planta de tres naves, la central más alta que las laterales. La nave central tiene elementos barrocos, como el friso, almohadillado de las pilastras, etc. El coro es del S. XVII.

Altar Mayor. Estaba decorado con un gran retablo gótico que fue sustituido en el siglo XVIII por el templete de estilo neoclásico, además de la balaustrada y la escalinata, obra realizada por el arquitecto portuense Torcuato Benjumeda.

 

Las Capillas. Se abrieron en diferentes épocas. Las más antiguas son las dos que están a los pies (Santa Rita y Santo Ángel de la Guarda).

 

Capilla del Sagrario – (1) Destaca el magnífico retablo de plata mexicana realizado en 1682 por el platero José Medina en San Luis de Potosí (México), que fue donado a esta iglesia por el portuense don Juan Luis Camacho Jaina. En el siglo XVIII se añadieron al retablo las credencias laterales y la balaustrada también de plata de la capilla; y en el siglo XIX se sustituyó el águila que lo remataba por la corona que tiene en la actualidad. En esta misma capilla merecen destacarse un ángel lamparero, obra escultórica de marcado movimiento barroco que ha sido atribuida a la imaginera Luisa Roldán, "La Roldana" y el cuadro de Jesús Nazareno procedente de la antigua capilla de Jesús de los Milagros.

 

Capilla de Benavides – (2) También conocida como de San Antonio o de la Oración en el Huerto, merece destacarse el antiguo retablo de estilo gótico-flamenco.

 

Capilla de las Ánimas – (3) Alberga entre otros, un interesante ejemplo de retablo barroco, del siglo XVII, con influencias estilísticas de Bernardo Simón de Pineda, en el que destacan tanto los elementos como la teatralidad propia del estilo barroco. El arcángel San Miguel y la figura central del tímpano se han atribuido, por similitudes estilísticas, a los escultores Pedro Roldán, o a su hija La Roldana.

 

Capilla de San José – (4) Destaca por el grupo de retablos con elementos rococó, que hacen de la capilla un armónico conjunto. Siglo XVIII.

 

Capilla del Santo Entierro - (6) Se halla instalada la Virgen de la Soledad, escultura atribuida a Gaspar Becerra y que fue trasladada aquí en el siglo XIX desde su primitiva ubicación en el Monasterio de la Victoria.

 

Capilla de Jesús Nazareno - (8) Conserva las imágenes de Jesús Nazareno y San Juan Evangelista, obras realizadas por Pedro Roldán. Junto a la Virgen de los Dolores constituyen un grupo escultórico procesional.

 

Capilla de la Virgen de los Milagros - (10) Está presidida por un interesante retablo barroco del siglo XVII, de la escuela de Pedro Duque Cornejo. La hornacina central contiene la imagen de la Patrona, María Santísima de los Milagros, escultura del siglo XIII, con añadidos y reformas decorativas posteriores.

 

Las restantes capillas del templo, todas ellas también con piezas interesantes son la Bautismal (5), la del Cristo de la Misericordia (7), la de los Varela, también conocida como la de la Virgen del Rosario (9); las de Santo Ángel de la Guarda (11) y Santa Rita (12), ambas a los pies del templo, y la de San Pedro, tras el altar, junto a la sacristía.

Y en cuanto a otras piezas de interés, merecen destacarse la Sillería del Coro, conjunto atribuido a Juan Bautista Vázquez el Joven y el púlpito, además de los órganos del siglo XVIII, la forja y las interesantes pinturas y piezas de orfebrería del tesoro.